El hallazgo en el yacimiento de Oued el Haï, al noroeste de Marruecos, de los fósiles de un uro, Bos primigenius y un rinoceronte blanco, Ceratotherium simum, que vivieron hace entre 57.000 y 100.000 años, permiten conocer con más exactitud los cambios climáticos que provocaron que el Norte de África se englobe dentro de la región Paleártica y no en la Afrotropical, como cabría esperar.
El aumento de la fauna Paleártica es el resultado de la bajada de temperaturas globales y el aislamiento que provoca el Sahara. Este desierto, que es el más extenso del planeta, empezó a formarse hace millones de años en un proceso sujeto a las fluctuaciones de los mismos ciclos climáticos que provocaron los periodos glaciales en Europa.
Estos hallazgos, publicados en la revista Historical Biology por un equipo internacional en el que participan el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA), y la Universidad Mohamed 1er de Oujda, ayudan a reconstruir el paleoclima de la región y aportan información sobre cuándo se produjo el proceso de desertificación por el que se formó el Sahara.
“La proporción de especies paleárticas que descubrimos en los yacimientos del Norte de África aumenta en los yacimientos más recientes, lo que confirma la tesis general, pero además, estos descubrimientos nos permiten saber cómo se produjo el desierto del Sahara, porque eso no ocurrió de un día para otro”, explica el investigador del MNCN Jan van der Made. “Continuar encontrando fósiles correspondientes a diferentes épocas nos permite además reconstruir cómo fue el clima en la zona y mejorar la información para los modelos climáticos futuros”, continua Van der Made.
El geólogo del CENIEH Alfonso Benito Calvo ha llevado acabo el análisis geomorfológico y geológico del valle donde se han encontrado los fósiles de uro y rinoceronte. Este entorno fue previamente estudiado a través de vuelos fotogramétricos con dron, a partir de los cuales se pudo cartografiar y analizar la posición geomorfológica de dichos fósiles, una terraza fluvial baja, cuyas características indican un valle de altiplano de poca capacidad de incisión, que favorecería la conservación de los mismos.
Este proyecto de investigación que se desarrolla en Marruecos está financiado por la Fundación Palarq, el Ministerio de Cultura y Deporte, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, el programa Maria de Maeztu, el Ministerio de Cultura y Patrimonio del Reino de Marruecos y los Grupos de investigación (SGR) de la Generalitat de Catalunya. Concretamente, el descubrimiento de estos fósiles fue financiado por la Facultad de Ciencias, la Universidad Mohammed 1º de Oujda (Marruecos) y los colaboradores locales de la región."
El hallazgo en el yacimiento de Oued el Haï, al noroeste de Marruecos, de los fósiles de un uro, Bos primigenius y un rinoceronte blanco, Ceratotherium simum, que vivieron hace entre 57.000 y 100.000 años, permiten conocer con más exactitud los cambios climáticos que provocaron que el Norte de África se englobe dentro de la región Paleártica y no en la Afrotropical, como cabría esperar.
El aumento de la fauna Paleártica es el resultado de la bajada de temperaturas globales y el aislamiento que provoca el Sahara. Este desierto, que es el más extenso del planeta, empezó a formarse hace millones de años en un proceso sujeto a las fluctuaciones de los mismos ciclos climáticos que provocaron los periodos glaciales en Europa.
Estos hallazgos, publicados en la revista Historical Biology por un equipo internacional en el que participan el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA), y la Universidad Mohamed 1er de Oujda, ayudan a reconstruir el paleoclima de la región y aportan información sobre cuándo se produjo el proceso de desertificación por el que se formó el Sahara.
“La proporción de especies paleárticas que descubrimos en los yacimientos del Norte de África aumenta en los yacimientos más recientes, lo que confirma la tesis general, pero además, estos descubrimientos nos permiten saber cómo se produjo el desierto del Sahara, porque eso no ocurrió de un día para otro”, explica el investigador del MNCN Jan van der Made. “Continuar encontrando fósiles correspondientes a diferentes épocas nos permite además reconstruir cómo fue el clima en la zona y mejorar la información para los modelos climáticos futuros”, continua Van der Made.
El geólogo del CENIEH Alfonso Benito Calvo ha llevado acabo el análisis geomorfológico y geológico del valle donde se han encontrado los fósiles de uro y rinoceronte. Este entorno fue previamente estudiado a través de vuelos fotogramétricos con dron, a partir de los cuales se pudo cartografiar y analizar la posición geomorfológica de dichos fósiles, una terraza fluvial baja, cuyas características indican un valle de altiplano de poca capacidad de incisión, que favorecería la conservación de los mismos.
Este proyecto de investigación que se desarrolla en Marruecos está financiado por la Fundación Palarq, el Ministerio de Cultura y Deporte, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, el programa Maria de Maeztu, el Ministerio de Cultura y Patrimonio del Reino de Marruecos y los Grupos de investigación (SGR) de la Generalitat de Catalunya. Concretamente, el descubrimiento de estos fósiles fue financiado por la Facultad de Ciencias, la Universidad Mohammed 1º de Oujda (Marruecos) y los colaboradores locales de la región."
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