Un equipo de investigación internacional, en el que participan científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha secuenciado los genomas de los humanos modernos más antiguos de Europa que ocuparon hace unos 45 000 años la cueva Bacho Kiro (Bulgaria), y ha descubierto que este primitivo grupo humano aportó sus genes a los actuales asiáticos orientales.
También se han identificado largos tramos de ADN de Homo neanderthalensis en los genomas de los habitantes de esta cueva búlgara, lo que demuestra que tenían ancestros neandertales de entre cinco y siete generaciones de antigüedad. Como explican los autores de este estudio que se publica hoy en la revista Nature: “Esto sugiere que, cuando los primeros humanos modernos llegaron a Europa, el mestizaje con neandertales era la norma, no la excepción”.
Esta investigación comienza cuando un equipo liderado por científicos del National Institute of Archaeology with Museum, en la Academia de Ciencias de Bulgaria, y del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania descubrieron restos de humanos modernos en asociación directa con utensilios de piedra del Paleolítico superior inicial en el yacimiento de la cueva Bacho Kiro. La datación directa por radiocarbono de los restos más antiguos encontrados en la cueva arrojo una fecha de entre 43 000 y 46 000 años. Por tanto, se trata de la primera dispersión conocida de humanos modernos por las latitudes medias de Eurasia.
ADN neandertal
Los primeros habitantes de Bacho Kiro vivieron en una época en la que los neandertales aún estaban presentes. Por tanto, los investigadores escanearon sus genomas en busca de ADN neandertal. ”Descubrimos que los individuos de la cueva Bacho Kiro tenían mayores niveles de origen neandertal que casi cualquier otro humano primitivo, a excepción de un individuo de hace unos 40 000 años hallado en la cueva Pestera cu Oase, en Rumanía. La mayor parte de este ADN neandertal aparece en tramos extremadamente largos. Esto demuestra que, unas cinco o siete generaciones atrás, estos individuos tenían ancestros neandertales”, afirma Mateja Hajdinjak, principal autora de este trabajo.
Aunque solo se han recuperado unos pocos genomas de humanos modernos que vivieron en la misma época que algunos de los últimos neandertales en Eurasia, casi todos ellos tienen ancestros neandertales recientes. “Los resultados apuntan a que los primeros humanos modernos que llegaron a Eurasia se mezclaron habitualmente con neandertales. Incluso puede que hubieran sido absorbidos por las poblaciones neandertales residentes. Solo que, posteriormente, llegaron grupos más grandes de humanos modernos y sustituyeron a los neandertales», explica Svante Pääbo, coordinador de la investigación genética.
Vínculo genético con Asia
Antes se pensaba que los humanos del Paleolítico superior inicial murieron sin haber contribuido al genoma de los humanos modernos. Sin embargo, ahora los investigadores han demostrado que los individuos más antiguos de la cueva Bacho Kiro, o los grupos más relacionados con dichos individuos, aportaron sus genes a los humanos actuales. “De manera sorprendente, este aporte se da sobre todo en Asia oriental y en América, más que en Europa, donde vivían los habitantes de la cueva Bacho Kiro”, señala Mateja Hajdinjak.
Este vínculo genético con Asia refleja las relaciones observadas entre las herramientas líticas y los ornamentos personales del Paleolítico superior inicial, hallados en esta cueva, y las herramientas y joyas encontradas en toda Eurasia. Y, lo más importante, el último individuo hallado (de unos 35 000 años de antigüedad) pertenecía a un grupo genéticamente distinto al de los anteriores habitantes de la cueva. Según los autores, esto demuestra que los primeros pasos de los humanos modernos de Europa fueron tumultuosos y estuvieron sometida a reemplazos de población.
Cueva de Pestera cu Oase
Antes de este estudio, los primeros humanos modernos de la cueva rumana Pestera cu Oase eran los que contaban con el mayor grado de mestizaje entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis hasta la fecha.
“Ahora vemos que no eran los únicos y que los avances realizados en los métodos de datación y en la investigación genética nos han permitido conocer la cronología y las dinámicas de los primeros humanos modernos hasta un nivel que, hace unos años, era inconcebible”, afirma el geocronólogo Silviu Constantin, geocronólogo del CENIEH, quien ha datado indirectamente los ejemplares rumanos mediante el método de series de uranio (U-Th), y ha dirigido la investigación geológica en Pestera cu Oase, empleada como material comparativo en este estudio. Por su parte, Oana Teodora Moldovan, investigadora asociada al CENIEH, ha sido la primera en reconocer el valor de los especímenes humanos híbridos de este yacimiento de Rumanía y en realizar las excavaciones iniciales.
Un equipo de investigación internacional, en el que participan científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha secuenciado los genomas de los humanos modernos más antiguos de Europa que ocuparon hace unos 45 000 años la cueva Bacho Kiro (Bulgaria), y ha descubierto que este primitivo grupo humano aportó sus genes a los actuales asiáticos orientales.
También se han identificado largos tramos de ADN de Homo neanderthalensis en los genomas de los habitantes de esta cueva búlgara, lo que demuestra que tenían ancestros neandertales de entre cinco y siete generaciones de antigüedad. Como explican los autores de este estudio que se publica hoy en la revista Nature: “Esto sugiere que, cuando los primeros humanos modernos llegaron a Europa, el mestizaje con neandertales era la norma, no la excepción”.
Esta investigación comienza cuando un equipo liderado por científicos del National Institute of Archaeology with Museum, en la Academia de Ciencias de Bulgaria, y del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania descubrieron restos de humanos modernos en asociación directa con utensilios de piedra del Paleolítico superior inicial en el yacimiento de la cueva Bacho Kiro. La datación directa por radiocarbono de los restos más antiguos encontrados en la cueva arrojo una fecha de entre 43 000 y 46 000 años. Por tanto, se trata de la primera dispersión conocida de humanos modernos por las latitudes medias de Eurasia.
ADN neandertal
Los primeros habitantes de Bacho Kiro vivieron en una época en la que los neandertales aún estaban presentes. Por tanto, los investigadores escanearon sus genomas en busca de ADN neandertal. ”Descubrimos que los individuos de la cueva Bacho Kiro tenían mayores niveles de origen neandertal que casi cualquier otro humano primitivo, a excepción de un individuo de hace unos 40 000 años hallado en la cueva Pestera cu Oase, en Rumanía. La mayor parte de este ADN neandertal aparece en tramos extremadamente largos. Esto demuestra que, unas cinco o siete generaciones atrás, estos individuos tenían ancestros neandertales”, afirma Mateja Hajdinjak, principal autora de este trabajo.
Aunque solo se han recuperado unos pocos genomas de humanos modernos que vivieron en la misma época que algunos de los últimos neandertales en Eurasia, casi todos ellos tienen ancestros neandertales recientes. “Los resultados apuntan a que los primeros humanos modernos que llegaron a Eurasia se mezclaron habitualmente con neandertales. Incluso puede que hubieran sido absorbidos por las poblaciones neandertales residentes. Solo que, posteriormente, llegaron grupos más grandes de humanos modernos y sustituyeron a los neandertales», explica Svante Pääbo, coordinador de la investigación genética.
Vínculo genético con Asia
Antes se pensaba que los humanos del Paleolítico superior inicial murieron sin haber contribuido al genoma de los humanos modernos. Sin embargo, ahora los investigadores han demostrado que los individuos más antiguos de la cueva Bacho Kiro, o los grupos más relacionados con dichos individuos, aportaron sus genes a los humanos actuales. “De manera sorprendente, este aporte se da sobre todo en Asia oriental y en América, más que en Europa, donde vivían los habitantes de la cueva Bacho Kiro”, señala Mateja Hajdinjak.
Este vínculo genético con Asia refleja las relaciones observadas entre las herramientas líticas y los ornamentos personales del Paleolítico superior inicial, hallados en esta cueva, y las herramientas y joyas encontradas en toda Eurasia. Y, lo más importante, el último individuo hallado (de unos 35 000 años de antigüedad) pertenecía a un grupo genéticamente distinto al de los anteriores habitantes de la cueva. Según los autores, esto demuestra que los primeros pasos de los humanos modernos de Europa fueron tumultuosos y estuvieron sometida a reemplazos de población.
Cueva de Pestera cu Oase
Antes de este estudio, los primeros humanos modernos de la cueva rumana Pestera cu Oase eran los que contaban con el mayor grado de mestizaje entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis hasta la fecha.
“Ahora vemos que no eran los únicos y que los avances realizados en los métodos de datación y en la investigación genética nos han permitido conocer la cronología y las dinámicas de los primeros humanos modernos hasta un nivel que, hace unos años, era inconcebible”, afirma el geocronólogo Silviu Constantin, geocronólogo del CENIEH, quien ha datado indirectamente los ejemplares rumanos mediante el método de series de uranio (U-Th), y ha dirigido la investigación geológica en Pestera cu Oase, empleada como material comparativo en este estudio. Por su parte, Oana Teodora Moldovan, investigadora asociada al CENIEH, ha sido la primera en reconocer el valor de los especímenes humanos híbridos de este yacimiento de Rumanía y en realizar las excavaciones iniciales.
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